A la espera de plaza en tierra prometida

13/1/2013.- Decenas de miles de personas llegan cada año buscando refugio en Francia, primer país europeo por número de solicitudes de asilo, si bien esa imagen de tierra prometida es engañosa: al final sólo uno de cada cuatro demandantes consigue el ansiado estatus de refugiado tras un proceso que puede prolongarse hasta tres años.
En 2011 Francia, tierra a la que tradicionalmente se han dirigido los perseguidos del mundo entero, recibió 57.337 solicitudes, según la OFPRA, el centro oficial encargado de tramitar las peticiones de asilo en el país, un 8,7 % más que en 2010 y hasta un 60 % más que 2007.
Su pasado colonial, en buena parte responsable de una relación estrecha aunque un tanto ambigua con África y Asia, la ha llevado a combinar la tolerancia implícita a los numerosos regímenes dictatoriales presentes en ambos continentes con la acogida de quienes escapan de ellos.
TIERRA DE ASILO
Hacer un viaje de miles de kilómetros. Llegar exhausto, aterrorizado y en muchos casos enfermo, escapando de un país asolado por el hambre, la guerra o la dictadura, en factores separados o combinados. Aterrizar en un lugar del que no se conoce ni la lengua, ni el derecho administrativo. Y tener 21 días para redactar un informe sobre los motivos que impulsaron a huir y que determinará si el nuevo país ofrece o no una oportunidad.
Refugiar a quienes piden asilo ha sido "una tradición republicana presente en la legislación francesa desde su primera Constitución", asegura a EFE el director de la asociación "France Terre d'Asile", Pierre Henry, si bien admite que una vez dado el difícil paso de huir dejando todo atrás, las trabas administrativas se multiplican en el país cuna de los derechos del hombre.
Bangladesh, República Democrática del Congo, Armenia, Sri Lanka y Rusia fueron los países con más demandas en 2011, todos por encima de las 2.000, aunque en total hay más de una treintena de nacionalidades: "Coge un mapa de conflictos y elige", resume el responsable de esta ONG.
Pese a ello, las revoluciones árabes que tanta alarma despertaron en Europa, no han tenido grandes efectos en el flujo de emigrantes, y menos aún en el de demandantes de asilo con excepción del caso sirio, según las asociaciones. De hecho, con el inicio de la llamada Primavera Árabe la OFPRA constato que una parte significativa de los tunecinos refugiados en Francia o en proceso de adquirir esa condición renunciaron a ella para poder regresar a a Túnez y participar en los eventos que se producían en el país.
UN LARGO CAMINO
Adel Ghezela, tunecino de 48 años, educador social de profesión, se encontró una mañana de enero de 2011 frente al dilema de su vida.
Tras años de militancia contra el régimen de Ben Ali, en septiembre de 2010 había decidido huir de Túnez, cansado física y mentalmente de recibir amenazas, intimidaciones y palizas por parte de la policía política. Pocos meses después, mientras la "revolución de los jazmines" se encontraba en pleno apogeo, él se sentaba en las oficinas de la OFPRA en París frente a una agente que le preguntaba si quería cancelar todo el procedimiento de obtención del estatuto de refugiado y regresar a su país.
"Le pedí que me dejara al menos cinco minutos para pensarlo y accedió a regañadientes", recuerda. "Había recorrido un largo y duro camino, había sufrido mucho para ser aceptado aquí. En aquel momento tampoco podía saber que el dictador caería apenas unos días después. Y decidí quedarme en Francia". El caso de Ghezela es particular, no sólo por el momento en el que le tocó vivir su procedimiento de acogida, sino por lo corto de su espera (apenas tres meses), pero también es ilustrativo de muchos de los problemas a los que se enfrentan los demandantes de asilo cuando pisan suelo francés.
MÉTODOS EXPEDITIVOS
Quienes llegan a Francia pidiendo asilo han vivido numerosas y traumáticas experiencias y, según el director del Centro de Acogida de Demandantes de Asilo (CADA) de París, Jean-Marc Siregeols, no saben cómo enfrentarse al duro proceso necesario para optar a la protección de refugiado. Durante la entrevista que determinará si se les concede o no el asilo, un agente puede llegar a preguntar al candidato por el tiempo que hacía un día en el que hubo una gran manifestación anti-régimen "y si éste no recuerda si hacía sol o estaba nublado, simplemente se le descarta", lamenta Siregeols, que califica los métodos de la OFPRA de "como poco, expeditivos".
Al final, sólo el 11 % de los candidatos accede a la protección al primer intento a través de la OFPRA, y el 25 %, en un segundo recurso, tras pasar por la Corte Nacional de Derecho de Asilo (CNDA)."Seamos claros: es aberrante que las solicitudes de asilo admitidas en segunda instancia superen a las admitidas en primera", asevera Siregeols. El director del CADA de París explica que quienes pasan por un centro de acogida como el suyo duplican sus posibilidades de obtener la condición de refugiado, lo que hace pensar en que "algo falla" en el procedimiento.
Ese "algo" es, según el máximo responsable de France Terre d'Asile, "un sistema saturado, y un proceso larguísimo y demasiado costoso". Frente a la cantidas de solicitudes denegadas por la OFPRA, Siregeols recuerda que "sólo un número ínfimo" de los candidatos rechazados definitivamente accede a volver a su país de origen, pese a que el Estado francés les paga el billete y les concede una ayuda de 2.000 euros.
"Esta cantidad es una fortuna para muchos y sin embargo la rechazan, lo que descarta la motivación económica", arguye.
SIRIA Y EL HORROR
De historias de torturas y huidas precipitadas sin dinero, documentos ni despedidas, sabe mucho Luiza Toscane, activista pro derechos humanos, que desde hace 16 años trabaja como voluntaria ayudando a refugiados árabes y en particular, a tunecinos. Desde la caída de Ben Ali, los casos que le llegaban de este país se detuvieron de golpe y sus solicitudes comenzaron a ser reemplazadas cada vez con mayor frecuencia por las de víctimas del régimen de Bachar Al Asad, explica Toscane. Los sirios que llegan a su asociación son muchas veces jóvenes, casi niños, que no habían participado en política antes de principios de 2011, cuando estalló la protesta ciudanana que casi dos años después se ha transformado en un conflicto bélico cruento. La activista habla de jóvenes que con poco más de 20 años han sido torturados en varias ocasiones antes de lograr escapar.
"Cada vez que escucho el relato de de un sirio pienso que he llegado al límite del horror; escucho otro y es aún peor", lamenta. La activista desgrana los problemas que viven quienes huyen del régimen una vez que llegan a Francia, desde la infinita burocracia que "a veces parece pensada expresamente para desalentarlos en su demanda de asilo" hasta la desconfianza contra la que chocan los huídos. "No ser creídos se convierte en una segunda tortura para ellos", explica Toscane, que lamenta la falta de eficacia a la hora de ayudarles. No obstante, las dificultades para lograr obtener el asilo no son exclusivas de Francia, sino que se extienden a Europa y la Convención de Ginebra dista mucho de aplicarse como debiera. El director de France Terre d'Asile cree que el viejo continente debería acabar con la actual "tendencia a la autoprotección", y replantearse sus políticas de asilo, ya que "toda Europa (500 millones de habitantes) alberga a unos 300.000 refugiados en total, la misma cantidad de sirios que acoge en este momento Turquía".
Puedes leer una versión reducida en http://www.prensalibre.com/revista_d/Francia_0_842916030.html
En 2011 Francia, tierra a la que tradicionalmente se han dirigido los perseguidos del mundo entero, recibió 57.337 solicitudes, según la OFPRA, el centro oficial encargado de tramitar las peticiones de asilo en el país, un 8,7 % más que en 2010 y hasta un 60 % más que 2007.
Su pasado colonial, en buena parte responsable de una relación estrecha aunque un tanto ambigua con África y Asia, la ha llevado a combinar la tolerancia implícita a los numerosos regímenes dictatoriales presentes en ambos continentes con la acogida de quienes escapan de ellos.
TIERRA DE ASILO
Hacer un viaje de miles de kilómetros. Llegar exhausto, aterrorizado y en muchos casos enfermo, escapando de un país asolado por el hambre, la guerra o la dictadura, en factores separados o combinados. Aterrizar en un lugar del que no se conoce ni la lengua, ni el derecho administrativo. Y tener 21 días para redactar un informe sobre los motivos que impulsaron a huir y que determinará si el nuevo país ofrece o no una oportunidad.
Refugiar a quienes piden asilo ha sido "una tradición republicana presente en la legislación francesa desde su primera Constitución", asegura a EFE el director de la asociación "France Terre d'Asile", Pierre Henry, si bien admite que una vez dado el difícil paso de huir dejando todo atrás, las trabas administrativas se multiplican en el país cuna de los derechos del hombre.
Bangladesh, República Democrática del Congo, Armenia, Sri Lanka y Rusia fueron los países con más demandas en 2011, todos por encima de las 2.000, aunque en total hay más de una treintena de nacionalidades: "Coge un mapa de conflictos y elige", resume el responsable de esta ONG.
Pese a ello, las revoluciones árabes que tanta alarma despertaron en Europa, no han tenido grandes efectos en el flujo de emigrantes, y menos aún en el de demandantes de asilo con excepción del caso sirio, según las asociaciones. De hecho, con el inicio de la llamada Primavera Árabe la OFPRA constato que una parte significativa de los tunecinos refugiados en Francia o en proceso de adquirir esa condición renunciaron a ella para poder regresar a a Túnez y participar en los eventos que se producían en el país.
UN LARGO CAMINO
Adel Ghezela, tunecino de 48 años, educador social de profesión, se encontró una mañana de enero de 2011 frente al dilema de su vida.
Tras años de militancia contra el régimen de Ben Ali, en septiembre de 2010 había decidido huir de Túnez, cansado física y mentalmente de recibir amenazas, intimidaciones y palizas por parte de la policía política. Pocos meses después, mientras la "revolución de los jazmines" se encontraba en pleno apogeo, él se sentaba en las oficinas de la OFPRA en París frente a una agente que le preguntaba si quería cancelar todo el procedimiento de obtención del estatuto de refugiado y regresar a su país.
"Le pedí que me dejara al menos cinco minutos para pensarlo y accedió a regañadientes", recuerda. "Había recorrido un largo y duro camino, había sufrido mucho para ser aceptado aquí. En aquel momento tampoco podía saber que el dictador caería apenas unos días después. Y decidí quedarme en Francia". El caso de Ghezela es particular, no sólo por el momento en el que le tocó vivir su procedimiento de acogida, sino por lo corto de su espera (apenas tres meses), pero también es ilustrativo de muchos de los problemas a los que se enfrentan los demandantes de asilo cuando pisan suelo francés.
MÉTODOS EXPEDITIVOS
Quienes llegan a Francia pidiendo asilo han vivido numerosas y traumáticas experiencias y, según el director del Centro de Acogida de Demandantes de Asilo (CADA) de París, Jean-Marc Siregeols, no saben cómo enfrentarse al duro proceso necesario para optar a la protección de refugiado. Durante la entrevista que determinará si se les concede o no el asilo, un agente puede llegar a preguntar al candidato por el tiempo que hacía un día en el que hubo una gran manifestación anti-régimen "y si éste no recuerda si hacía sol o estaba nublado, simplemente se le descarta", lamenta Siregeols, que califica los métodos de la OFPRA de "como poco, expeditivos".
Al final, sólo el 11 % de los candidatos accede a la protección al primer intento a través de la OFPRA, y el 25 %, en un segundo recurso, tras pasar por la Corte Nacional de Derecho de Asilo (CNDA)."Seamos claros: es aberrante que las solicitudes de asilo admitidas en segunda instancia superen a las admitidas en primera", asevera Siregeols. El director del CADA de París explica que quienes pasan por un centro de acogida como el suyo duplican sus posibilidades de obtener la condición de refugiado, lo que hace pensar en que "algo falla" en el procedimiento.
Ese "algo" es, según el máximo responsable de France Terre d'Asile, "un sistema saturado, y un proceso larguísimo y demasiado costoso". Frente a la cantidas de solicitudes denegadas por la OFPRA, Siregeols recuerda que "sólo un número ínfimo" de los candidatos rechazados definitivamente accede a volver a su país de origen, pese a que el Estado francés les paga el billete y les concede una ayuda de 2.000 euros.
"Esta cantidad es una fortuna para muchos y sin embargo la rechazan, lo que descarta la motivación económica", arguye.
SIRIA Y EL HORROR
De historias de torturas y huidas precipitadas sin dinero, documentos ni despedidas, sabe mucho Luiza Toscane, activista pro derechos humanos, que desde hace 16 años trabaja como voluntaria ayudando a refugiados árabes y en particular, a tunecinos. Desde la caída de Ben Ali, los casos que le llegaban de este país se detuvieron de golpe y sus solicitudes comenzaron a ser reemplazadas cada vez con mayor frecuencia por las de víctimas del régimen de Bachar Al Asad, explica Toscane. Los sirios que llegan a su asociación son muchas veces jóvenes, casi niños, que no habían participado en política antes de principios de 2011, cuando estalló la protesta ciudanana que casi dos años después se ha transformado en un conflicto bélico cruento. La activista habla de jóvenes que con poco más de 20 años han sido torturados en varias ocasiones antes de lograr escapar.
"Cada vez que escucho el relato de de un sirio pienso que he llegado al límite del horror; escucho otro y es aún peor", lamenta. La activista desgrana los problemas que viven quienes huyen del régimen una vez que llegan a Francia, desde la infinita burocracia que "a veces parece pensada expresamente para desalentarlos en su demanda de asilo" hasta la desconfianza contra la que chocan los huídos. "No ser creídos se convierte en una segunda tortura para ellos", explica Toscane, que lamenta la falta de eficacia a la hora de ayudarles. No obstante, las dificultades para lograr obtener el asilo no son exclusivas de Francia, sino que se extienden a Europa y la Convención de Ginebra dista mucho de aplicarse como debiera. El director de France Terre d'Asile cree que el viejo continente debería acabar con la actual "tendencia a la autoprotección", y replantearse sus políticas de asilo, ya que "toda Europa (500 millones de habitantes) alberga a unos 300.000 refugiados en total, la misma cantidad de sirios que acoge en este momento Turquía".
Puedes leer una versión reducida en http://www.prensalibre.com/revista_d/Francia_0_842916030.html